Después de "los días de la gran tristeza", después de la larga y dolorosa partida de mi querido compañero de nueve felices años, El Cuarto de las Lanitas quedó abandonado.
Me era muy difícil volver a éste lugar... no sé bien por qué.
No abandoné al fieltro ni a las lanitas...
Volví a San Javier, al acogedor Molino Aguada, donde me sentí querida, acompañada, abrazada, por mis amigos,( "nuestros amigos"míos y de Hugo), Andrea y Luis y sus queridas chiquitas.
Volví a Buenos Aires, seguí haciendo cosas, tiñendo lanas... Conocí, gracias al fieltro, y los "trapos", a Ivonne Cortez Ortega y a Diana Carolina Aconcha. Dos amigas de lejos, de Chile, de Colombia... de mi tan querida América. Pasé días en casa con Carmencita Millán, de Cafayate, desde los valles calchaquíes para mi corazón.
Fui al sur, a nuestro rincón en Epuyén, con Maria Rosa, mi querida Mariaerre... (otro de los regalitos que me fue dando la vida en forma de amigas). Allí estaban Gael y Santiago. mi otro hijo y mi nieto. Y de nuevo los amigos: Ed y Andre, Tokio y Tokiko, Silvia y Paulo...
Volver allí no fue fácil...
Armé una página en Facebook, (Cuarto de las Lanitas) y viajé a Nueva York a pasar largos días de buenos momentos con mi hijo Fran y su amoroso compañero Emilio.
Fueron largas caminatas en días helados, por la ciudad, tan hermosa, tan sorprendente, tan llena de cosas inolvidables.
Gente, caras, edificios, calles, parques...una Navidad diferente.
Y los museos de Nueva York...imperdibles...tres días en el Metropolitan (la paciencia de Fran... 1000 puntos)
El Natural History , con sus salas de Oriente, de Oceanía...¡y las de América!!!! Textiles, maravillosos textiles de Paracas, de Nasca, de Wari...una orgía de textiles...¡Guauuuuu!!!!!!
Y todo conectado con MI mundo y mi país, gracias a Internet. Fue largo y difícil este año sola (sola quiere decir "sin él". Sola, no estuve. Gracias a todos.
Volví al sur a fines de enero. Mis amigos, María, Armando y sus chicos, ya estaban en Oxalis, nuestra casa, abierta para los amigos,como la quisimos. Llegué con Julia, mi sobrina chiquita.
Allí, estaban Santiago y Romina, con Gael...( ¿Hay algo más lindo que escuchar a un nieto decir: "Hola, abuela Chuchana"?) Después...llegaron Beto y Carla, mis hermanos...la casa se llenó de gente, que participó en la construcción de un mosaico con un diseño textil...dirigidos por, mis amigos muralistas.
Fue un año de ir y venir, de recordar tratando de vivir entre medio, de vivir sin dejar de recordar, como un interminable tejido de días y días, para llegar aquí.
A éste lugar donde mi vida sigue y continúa al mismo tiempo, entre recuerdos, amores, ...y lanas.